Protección anticopia
Ahora tengo que acercarme a
Creo que lo más sensato es que piratee mi propio disco, que para eso tengo derecho a copia privada y pago el canon de
Un poquito de crítica ácida
Ahora tengo que acercarme a
Creo que lo más sensato es que piratee mi propio disco, que para eso tengo derecho a copia privada y pago el canon de
Tengo un amigo (muy buena persona él) que afirma que todos somos egoístas. Defiende que hasta cuando te comportas de manera generosa lo haces por egoísmo, ya que es tu manera de sentirte bien contigo mismo.
Yo siempre le he rebatido este argumento diciendo que la utilización universal de una palabra le resta su significado. Si todos somos egoístas, decirlo aplicado a una persona es una perogrullada.
Aunque todos tuviéramos ese mínimo puntito de egoísmo en común, no es lo mismo el que se dedica exclusivamente a su propio interés, pasándose por el arco del triunfo todo bicho viviente a su alrededor, que una persona preocupada por el bienestar de quienes le rodean.
También valdría como ejemplo el término “humano”. Todos somos humanos, pero cuando se le aplica a alguien es porque destaca por esa característica.
Esto viene al hilo de la doctrina imperante en los chafarderos televisivos de la tarde, de que “el trabajo de prostituta es muy digno”.
Hombre, o estamos en el caso antes descrito en el que a una palabra se le ha quitado todo su significado, o no puedo estar de acuerdo.
Yo, como siempre, acudo al diccionario. A saber:
Dignidad (Del lat. dignĭtas, -ātis):
Digno, na. (Del lat. dignus):
1. adj. Merecedor de algo.
2. adj. Correspondiente, proporcionado al mérito y condición de alguien o algo.
3. adj. Que tiene dignidad o se comporta con ella.
4. adj. Dicho de una cosa: Que puede aceptarse o usarse sin desdoro. Salario digno. Vivienda digna.
5. adj. De calidad aceptable. Una novela muy digna.
No veo nada que sea aplicable al oficio de prostituta.
Cuando mis hijos crezcan, no me importaría que fuesen fontaneros, agricultores, pescaderos, escritores, ingenieros, profesores, albañiles, trapecistas, arquitectos, bomberos, y así una innumerable lista de profesiones.
Algunas son más acordes con mis preferencias, pero todas me parecen maneras dignas de ganarse la vida. Dependerá de sus gustos, de sus habilidades, de su esfuerzo e incluso de la suerte que tengan, para acabar de una cosa o de otra.
Sin embargo, si se dedicasen a vender su cuerpo lo consideraría una muy, muy, muy mala noticia. No me parece que fuera nada enriquecedor para ellos. No me parece digno.
Una última reflexión: no estoy de acuerdo con estigmatizar a nadie por vivir de este “oficio”. Vete tú a saber cuales han sido sus circunstancias. Pero no es lo mismo no denigrar a nadie que subirle a los altares.
Miedo me da lo que está pasando con los forestales en Madrid.
Vamos, que si encuentran alguna actividad que pudiera ser delictiva, la tienen que denunciar como particulares. Es como si la policía no te denunciase como tal institución, sino como Perico el de los Palotes.
Ahora, completan la jugada dentro de la ley “multiusos” y prohíben a los forestales entrar en las fincas particulares, potestad de la que hasta ahora disfrutaban, y con lo que se les limita aún más la capacidad actuación.
Cuando esto mismo sucedió en Baleares, también bajo el gobierno del PP, al final todas esas denuncias salieron a la luz en el caso Andratx, donde su alcalde se autoconcedió siete operaciones inmobiliarias y otras menudencias semejantes.
Bueno, tampoco hay que pensar que este sea un nuevo caso de beneficio directo al bolsillo de unos pocos, pervirtiendo las normas y en perjuicio de muchos.
Nada invita a pensar mal en Madrid.
¿O sí?, ¿para qué pueden querer silenciar a los Forestales?