martes, 25 de septiembre de 2007

¡Libertad de expresión!

La SGAE es invencible, o al menos eso parece. No sólo esquilma nuestros bolsillos con la connivencia de los políticos de turno, sino que amordaza la libertad de expresión de cualquiera que tenga una opinión contraria a ellos.

Ramoncín ha denunciado, y ha ganado (con la SGAE detrás), a un particular que tenía una web en la que los usuarios podían escribir sus opiniones libremente. Les han cascado 6.000€ de indemnización, más las costas.

En algún momento se pusieron a hablar de Ramoncín, y, oye, pues le pusieron a parir. Por lo que he leído, tampoco nada muy serio. Yo hubiera entendido que le pusieran de Hijo de Puta para arriba, que para eso a él le he visto “tirar a to’ lo que se menea”. ¿Hay alguien a quien Ramoncín no haya puesto a parir? (Recordemos su pasado de contertulio televisivo)

Pero los insultos, trato despreciativo y atentados contra su honor, han sido del tipo "solamente abro este tema para expresar mi odio más visceral a este gilipollas"... "pedante, creído, farandulero, mal politiquillo, mal presentador de programas de TV, chupacámaras"... "menudo hipócrita, menos mal que hay gente que desenmascara de vez en cuando a estos mentirosos".

A la SGAE le convenía ir a juicio contra una web pequeñita. ¿Por qué? Pues porque sienta jurisprudencia. Al enfrentarse con gente de recursos limitados, su defensa jurídica no ha tenido ni la más mínima oportunidad con el batallón de abogados de la SGAE.

La SGAE no ha ido, por ejemplo, contra 20minutos (donde habitualmente publico comentarios identificándome como “Yo mismo” o “Pépe Pótamo”), porque ahí la guerra hubiera sido otra.

En la sentencia se ha establecido que el propietario de la página es el responsable de los comentarios de sus usuarios, aunque sea una página sin ánimo de lucro, sin ninguna infraestructura ni na’ de na’. La página de un particular. La sentencia dice que "al no mostrar nombre y domicilio en la web, y al no tener actualizado el registro del whois, se puede deducir que el acusado no estaba actuando “diligentemente” para facilitar la eliminación de los contenidos". Y eso que los retiró de inmediato al recibir la denuncia (ni siquiera se lo hicieron saber a través del e-mail que tenía publicado en su web).

¿No será que a los jueces se les debe dar algún cursillito sobre lo que es Internet?

Y lo digo en muy serio, porque decir que el administrador debe tener el control sobre las identidades de los usuarios es para caerse de culo.

¿No saben estos jueces que Internet es anónimo? Yo sólo me identifico con mi nombre o dirección reales cuando quiero que me encuentren, por ejemplo si estoy comprando algo.

Podríamos cambiar el funcionamiento de Internet, (por ejemplo, cuando me doy de alta en un servicio les envío por correo la fotocopia de mi DNI y ellos me mandan por correo ordinario la clave de acceso) pero intuyo que esto haría que España no fuese precisamente un referente mundial en el desarrollo de la sociedad de la información. Jopé, igual esta idea le gusta a Bush…

Resumiendo, que a partir de ahora, cualquiera que tenga su paginilla privada se lo va a tener que pensar mucho antes de dejar que nadie pueda escribir sus opiniones, porque le van a poder denunciar a él.

Para disentir de la doctrina de la SGAE lo tendremos que hacer en reuniones clandestinas, o en las iglesias rojas de los barrios, como en el franquismo.

Es para no creérselo.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Pero qué morro tienen los de Carrefour


Voy a compartir con vosotros una reclamación que he puesto a Carrefour, que tienen un morro que se lo pisan.

“Cuando el curso pasado la Comunidad de Madrid entregó los Cheques-Libro a pocas fechas del inicio del curso escolar, Carrefour hizo saber a sus clientes que podían retirar los libros de texto abonándolos en metálico, y que posteriormente y con el ticket de compra les sería reembolsado el importe.

Cuando en Julio de este año recibimos el aviso de recogida de los libros en el hipermercado que Carrefour tiene en San Sebastián de los Reyes, preguntamos tanto a los empleados que nos dieron los libros como a la cajera si el sistema era el mismo que el año anterior, por lo que se nos reembolsaría el dinero acudiendo a “Atención al Cliente” con los Cheques-Libro y el ticket de compra. La respuesta en ambos casos fue afirmativa, por lo que retiramos el pedido pagando los libros con nuestro dinero.

El pasado Sábado, 08/09/2007, fui a hacer efectivo este cambio de los cheques-libro por dinero, y entonces se me dijo que NO, que la política de la empresa había cambiado y que no se reembolsaba el dinero con el ticket.

Las opciones que se me ofrecieron fueron las siguientes:

1) Darme el dinero en “Dinero Carrefour”, en un “Vale Regalo”, con lo que se me obligaba a gastar ese dinero en dicho supermercado

2) Irme a casa a por los libros, hacer una devolución por la que recibía el dinero y posteriormente comprar esos mismos libros con los cheques-libro de la Comunidad.

El argumento que se me dio fue que el dinero de los cheques-libro no se podía dar en metálico. Ese argumento es absolutamente falaz, pues se me ofrecía el “Dinero Carrefour” para gastar en el Hiper, ya fuera en detergente, en comida o en lo que me placiese.

Tras mucho discutir con la responsable, con la pérdida de tiempo y con el enfado correspondientes, se me canjearon los cheques por su importe.

Entiendo que esta ha sido una forma de presionar a los clientes para forzarles a aumentar el gasto en dichos hipermercados, que entiendo no puede ser legal, en primer lugar porque se comprometieron con nosotros al reembolso del efectivo y en segundo lugar por imponer un absurdo desplazamiento al cliente para reembolsarle su dinero, presionando de esta forma para que acepte el “Dinero Carrefour”.

Por otro lado, no está visible en ningún sitio del Hiper un cartel en el que se indique que “las normas de la empresa han cambiado”, cuando el año pasado sí que se dio a conocer por este medio su forma de proceder.

Cuando solicité la Hoja de Reclamaciones por todos estos hechos, no me fue proporcionada por el Hipermercado, aduciendo “que se les habían acabado”. Entiendo que este es el incumplimiento de una obligación y me sorprendería que sea legal.

Por todo ello, quiero poner estos hechos en conocimiento de la Oficina de Consumo, por si considerasen procedente iniciar las acciones que estén en su mano para corregir estos abusos.”